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August 28, 2023El Principado de Mónaco, un diminuto enclave en la costa mediterránea, ha ganado notoriedad no solo por su suave clima y su encanto pintoresco, sino también por su atractivo régimen fiscal que ha atraído a deportistas de élite y millonarios de todo el mundo.
El periodista Sergio Sarmiento reseña, en su columna de Reforma, que el piloto neerlandés Max Verstappen y su rival británico Lewis Hamilton son solo dos de los prominentes residentes de este principado.
También llaman hogar a Mónaco los tenistas Novak Djokovic, Alexander Zverev, Daniil Medvedev y Stéfanos Tsitsipás. Incluso el monegasco Charles Leclerc se encuentra entre sus habitantes. Sin embargo, no es el clima mediterráneo lo que ha seducido a estas figuras del deporte internacional, sino más bien el atractivo sistema tributario.
Mónaco ha establecido una política de no cobrar impuesto sobre la renta a sus residentes, lo que ha incentivado a muchas personalidades a establecerse aquí. Las empresas que derivan el 75 por ciento de sus ingresos en el principado también gozan de exenciones fiscales, beneficiando en su mayoría a las empresas más pequeñas.
Aquellas compañías con más del 25 por ciento de sus ingresos provenientes del extranjero están sujetas a un impuesto sobre la renta del 25 por ciento. El ingreso principal del país proviene de un impuesto al valor agregado del 20 por ciento, con ciertas reducciones en productos específicos, y de la operación del renombrado Casino de Montecarlo, explica Sarmiento.
A pesar de su pequeño tamaño, Mónaco ostenta una población de 39,100 habitantes según el censo de 2019. Además, es considerado uno de los países más prósperos del mundo, con un impresionante producto interno bruto per cápita de 234,317 dólares en 2021, según el Banco Mundial.
Este régimen fiscal atractivo ha convertido a Mónaco en un refugio para millonarios y deportistas internacionales que buscan optimizar sus ingresos en un entorno de baja tributación. Sin embargo, la pequeña nación ha enfrentado desafíos para mantener este sistema a lo largo de su historia.
En 1962, el gobierno francés liderado por Charles de Gaulle impuso un bloqueo a Mónaco debido a la negativa del príncipe Raniero de cobrar impuestos a ciudadanos franceses que buscaban escapar de los altos gravámenes en Francia. Aunque en 1963 se estableció un impuesto para los ciudadanos franceses residentes en Mónaco, la nación ha mantenido su atractivo fiscal.
Mónaco también ha trabajado en su imagen internacional. Aunque alguna vez estuvo en la “lista negra” de paraísos fiscales de la OECD, desde 2010 ha implementado requisitos de transparencia que han mejorado su posición en el escenario internacional. El principado ha establecido acuerdos fiscales con varias naciones, incluyendo Estados Unidos.
El caso de Mónaco resalta cómo un sistema de impuestos bajos puede conducir a una sociedad próspera. A pesar de la ausencia de impuestos directos, el país ha logrado construir una comunidad satisfecha. Esto beneficia tanto a los millonarios que encuentran aquí un refugio fiscal como a los monegascos locales, quienes se benefician de los ingresos generados por estos residentes extranjeros adinerados.
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